01: romantizando todo un poco
viajar en tren, la manguera de la gasolina y los inicios de las redes sociales
› escribo desde el asiento 9E (ventanilla) de un tren dirección Elche - Madrid
› ahora mismo escucho un bolerito — “Hola Soledad”, versionado por Rolando Laserie
› si me lees de principio a fin tardarás unos 8 minutos
Acto 1.
He dormido 5 horas y me echaría una siesta, pero en su lugar creo que voy a dedicarme a escribir durante las próximas 3 horas. No sé qué tienen los viajes en tren que me invitan a la introsprección. Estoy sentada en sentido contrario, veo lo que dejamos atrás y me hace reflexionar sobre estos últimos días. Por la ventana a lo lejos se perfilan unas montañas de tonos ocres y rojizos que me recuerdan lo bonito y variado que es mi país. Cada vez lo echo más de menos, llevo desde 2015 fuera…, casi 10 años. Los mismos que hará que no me monto en un tren en España. La última vez debe haber sido Salamanca - Madrid, un trayecto mucho menos romántico que este.
La estación de Elche de Alta Velocidad está situada en un sitio precioso. Precioso y fatal comunicado, como muchas otras cosas aquí (así de pronto, se me ocurren: Almería, Extremadura). He pagado 16,40€ para llegar en taxi desde el hotel donde he pasado el fin de semana. La taxista que me ha llevado ha sido muy simpática. Ella tenía muchas ganas de hablar, y yo…, no tantas — que tenga energía para escribir no quiere decir que la tenga para hablar. Así que me he limitado a escuchar:
Ah, vienes de una boda. Qué divertido, lo único que es un rollo eso de ir a la finca. Si por lo menos hubiese sido en el hotel, sería mejor. Porque llegas destrozada después de 12 horas por ahí con los tacones, el vestido, y comiendo y bebiendo sin parar. Eso cansa, eh.
Nunca más me meto en una mundanza. ¿Tú sabes lo que cansa? Te quita años de vida. Y más aún con los pequeñajos. En la última, le dije a mi marido: yo los muebles no los llevo. Nos compramos el piso de abajo, y vendí el antigüo con todo: la cama, los armarios, ¡todo! Chica — y menos mal, te diré, porque las medidas no eran las mismas. Además, ya que empiezas una nueva etapa, viene bien decorar todo de nuevo y de forma diferente. Cuando te mudas de casa, hay que comprar muebles nuevos.
Es verdad que la estación del ave está en un sitio privilegiado. Aunque yo no soy muy fan de que esté alejada del centro. Además, solo hay un bus y pasa a veces. Ya te digo, está fatal comunicada. Al principio decían que iba a ser un centro comercial, con tiendas y eso. Pero al final no hay nada. Pero bueno, cuando entres tienes sitios para sentarte y esperar, es agradable.
Tras pagar mis (ahora suyos) 16,40€, que confieso me dolieron un poco, salí decidida para buscar ese asiento “agradable” y esperar a que llegase mi tren. La estación de Elx Av es amplia, “agradable”, pero entre tú y yo, carece de personalidad. ¿Por qué debería tenerla?, dirás. ¿Y por qué no? Ya que te gastas un millón de euros en tal infraestructura, por lo menos enaltece esa obra con una estación que se algo más que “agradable”. Apetecible, por ejemplo — que es el primo guay de lo agradable.
Hoy es 22 de Septiembre, oficilamente el primer día de otoño, pero ha hecho un sol que me ha sabido a verano. Nada me gusta más que finjir que es verano cuando no lo es. Así que aprovechando que tenía 30 minutos de espera, fui a buscar un banco donde sentarme fuera y aprovechar el sol. Solo que: no había bancos…, cosa que no acabo de entender. Me encantaría poder escuchar qué se habló en la reunión en la que se discutió la arquitectura de esta estación y si la ausencia de bancos es por descuido o si fue una decisión deliberada. ¿Nadie pensó en la importancia de los bancos en los espacios públicos o hubo algún hater que los eliminó del plan? Tal vez sí que se habló del tema, y pensaron que nadie se querría sentar en las afueras de una estación, que a falta de bancos, buenos son bordillos, y que quien se quiera poner a tomar el sol antes de pillar un ave, que lo haga en el suelo.

He hecho una pequeña pausa para ir a la cafetería y para mi sorpresa, estaba cerrada. Quería (necesito) un café — aunque lleve 40 minutos escribiendo e ignorando que he dormido 5 horas, no dejo de estar cansada. Me han mandado a las máquinas dispensadoras, a mi y a otras dos señoras que también buscaban lo mismo. En las máquinas solo había agua y galletas.
—Ni un sándwich —protesta una de las señoras mientras volvemos a nuestro vagón. —Uy, voy a hacer pis —dice su amiga. Intentan abrir la cabina del baño y no lo consiguen. Les ayudo y comento: —Es que estas son modernas. —Pues vaya, debe ser lo único moderno que hay en este tren —me responde. —Yo vivo en Portugal y te aseguro que este es un buen tren. Allí son una mierda. Me miran riéndose: —Así que esto es lujo. —Es lujo —afirmo—. Aunque sí que es verdad que la cafetería suele estar abierta en los trenes de Portugal, eso sí. —Bueno, no se puede tener todo. —No se puede tener todo, pero un café tampoco es pedir mucho.
Acto 2.
Hace 48,642 kilómetros que lleno el depósito de mi coche cuando se acaba. Tengo una furgo, que gasta, en promedio, 5.6 litros por cada 100 kilómetros, así que ya habría consumido 2,724 litros. Casi siempre pongo 30 euros, y asumiendo 1,56 euros como el precio promedio del diésel desde 2020, me daría unos 19.23 litros por repostaje. Por tanto:
De esas 142 visitas a la gasolinera, 20 veces me habrá ayudado un trabajador — no más, porque en Portugal (donde vivo) no suele existir este servicio. Y calculo que otras 20 veces me habrían ayudado mi padre o mi exnovio. Sobretodo circa 2021: cuando todavía pensaba que lo de los coches era cosa de tíos, el tamaño de mi furgo me intimidaba y me sentía inútil frente a una manguera de gasolina.
Vamos, que en total habré abastecido 100 veces yo sola.
Y 100 veces he apretado el gatillo de la pistola y durante 20 segundos he pensado: tengo que buscar cómo narices se bloquea esto/me duele la mano/me vendría bien comprarme un handwrip.
Hoy he decidido que ya he perdido suficiente tiempo en pensar en cómo se hace, así que lo he buscado. Y para mi sorpresa, resulta que ese mecanismo la mayor parte de las veces está averiado o deshabilitado.
Ahora es donde vendría una reflexión sobre a dónde va el esfuerzo en pasar tanto tiempo pensando en querer aprender algo. Pero en su lugar, te comparto este truco del almendruco, para que tú también sepas como sujetar la manguera de la gasolina.
(De nada).
Acto 3.
Siempre digo que soy Gen Z en un cuerpo de Millenial, y como buena Gen Z vivo romantizando el pasado: encender el ordenador después de llegar del cole para abrir el messenger y hablar con mis amigos de lo mismo que llevaba hablando todo el día en clase, subir un millón de fotos sin filtros a un álbum de Tuenti, buscar fotos de High School Musical para el Fotolog que compartía con una desconocida de Argentina, creerme poeta en mi blog secreto…
No es que quiera volver a Windows XP, soy consciente de que la web de hoy es “mejor” (o por lo menos en términos de velocidad y seguridad). Pero sí que echo en falta, a parte de un poquito de los “aesthetics”, la espontaniedad y naturalidad del intercambio de contenido que había en plataformas como Myspace o Blogspot. No había presión, no había tantas expectativas y casi todo valía. Lo que me causa esa nostalgia, es pensar en que hubo un momento de internet donde simplemente “éramos”, sin miedo, sin pretensiones. Nostalgia de redes sociales sin perfecciones fabricadas y vidas idílicas. Nostalgia de variedad, y no copias, de personalidades digitales. Ya que el mundo real ya se ocupa de alinearnos a todos, está bien poder ser tú mismo, por lo menos en el mundo online.
En medio de este caótico parque de atracciones de dopamina, creo haber encontrado un sitio donde, por ahora, me siento libre de ser yo.
El pucherazo de la semana
Cosas, aleatorias, que me apetece compartir
- Me he reído mucho con este thread de forocoches donde se intenta buscar solución al tema de la manguera.
- Este podcast sobre el futuro de AI donde Brené Brown entrevista a Amy Webb, a quien no conocía y de quién ahora soy fan.
- El EP de mi primo — flamenco-pop sobre el amor homosexual.
- Sobriedad: la inevitable respuesta a la sobrecarga sensorial.
- El documento de Mr.Beast que se ha filtrado de cómo triunfar en su productora que contiene recomendaciones bastante útiles para crear contenido.
- Lo glamouroso y espacioso que era viajar en avión en los 50.
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Cosas, bonitas, que me han pasado y quiero compartir
- Me he bañado por primera vez tras 12 años en el Mediterráneo.
- He sentido que el gym está haciendo efecto y creo que tengo más músculo.
- Me he comprado Conversaciones entre amigos de Sally Rooney.
- He comido una gilda en tempura y no puedo parar de pensar en ella.
- Se ha casado mi amiga Elisa con el amor de su vida y ha sido precioso ver como se miraban.
- Fui a llevarles huevos a las Clarisas para que no lloviese el día de la boda (según el tiempo iba a llover 100%) y no llovió.
- He llegado a casa después de 10 horas de viaje y mi vecina y amiga Bárbara me ha hecho de cenar.
- He acabado esta newsletter.
¡y la ilusión que hacía después de oír cómo EL internés se conectaba a la red (pipopipopiiii-piiii-piiii) ver en Tuenti "1 mensaje privado" en verde y en negrita, esperando que fuese de ese chico del insti que te gustaba!
Válgame dios esos eternos álbumes de fotos de una única noche sin filtro y con raya al lado.
Adorei <3
Gracias por la crónica, qué rico escribes, gracias también por los tips, saludos desde Riviera Maya Mexico, querida Carmen!